martes, 20 de diciembre de 2011

Teresa Wallach y Florencia Blenkiron

Cada vez que se inicia el rally Dakar, como cada año, recuerdo las vidas de estas dos pioneras, que fueron las primeras (con "a") en atravesar el continente africano con un vehículo a motor descubierto, una moto con sidecar en este caso, el relato del viaje es sobrecogedor, las condiciones en que lo hicieron, ...y como lo consiguieron.  Perdónenme.....pero el "Dakar" lo iniciaron ellas.........en 1935.

Florence y Theresa se conocieron en las pistas de Brooklands. Florence, gran aficionada al automovilismo y al motociclismo, fue la primera mujer en conseguir la Gold Star en 1934. Theresa, también graduada en ingeniería y fanática de las motos para desconsuelo de sus padres, tuvo que esperar hasta 1939, fecha en que la consiguió en una Norton 350 prestada. Su padre había sido ingeniero en África y ella se enamoró de las historias, libros y objetos que su padre, topógrafo miembro de la Sociedad Geográfica, coleccionaba de sus viajes por África.
Theresa
 En una ocasión Florence comentó con Theresa que sentía que su mejor amiga hubiese emigrado a Sudáfrica, y deseaba visitarla. Theresa le propuso hacerlo con ella en motocicleta. Era una locura, pero Theresa insistió en ello hasta que aceptó.

En 1934 ningún vehículo a motor había cruzado aún todo el continente africano. Ellas tuvieron la audacia de querer ser las primeras en intentarlo, siendo mujeres y venciendo muchos prejuicios y convencionalismos de la época.
Buscaron patrocinadores pero les costó conseguirlos. Los fabricantes no querían ver sus productos asociados con un más que probable fracaso que casi todos auguraban. Su determinación recibe el apoyo de la influyente Lady Astor y del as de la velocidad Sir Malcolm Campbell (el del “Pájaro Azul”), otro asiduo de Brooklands. Theresa no obstante se empeña en su aventura
, en la que comprometerá prácticamente todos sus recursos económicos. La asociación de constructores británicos tenía prohibido ceder motocicletas para este tipo de desafíos, muy en boga en los años 20 y 30, época dorada del desarrollo de la automoción. (Tras una mala experiencia de un fabricante con un aventurero al que abandonó a sus suerte tras varias averías, y que amenazó con el desprestigio público de la marca, se tomó dicha decisión. )


Su proyecto logra convencer a los directivos de Phelon&Moore, fabricante que estaba fuera de la asociación por desavenencias con ella. Constructor de prestigio, había tenido contratos con el ejército en la PGM. Eligen la Panther 600 "Redwing", monocilíndrica muy robusta y potente adecuada para tirar de un sidecar.
P&M adapta y refuerza la moto, bautizada “Venture”, para las duras condiciones del desierto, y se le añade un remolque-tienda de campaña en el que llevarán pertrechos.
África no iniciaría hasta finales de los años 50 su proceso de descolonización, y en la época su parte occidental y ecuatorial era en su mayor parte administrada por Francia, y la parte oriental por Inglaterra. La Unión Sudafricana era ya desde 1931 un estado independiente.
Tras conseguir los permisos pertinentes de la administración francesa en París, ya que las primeras etapas del viaje
atravesaban sus territorios, parten de Argel el 26 de Diciembre de 1934, teniendo por delante atravesar 2000 millas parando en 6 oasis con guarniciones de la Legión Extranjera francesa, ubicados en pleno desierto del Sahara.

En estas duras etapas, los comandantes de cada puesto imponían un plazo concreto para que completaran cada recorrido, máximo de 6 días, antes de poner en marcha una costosa operación de rescate que deberían sufragar. (sistema de los actuales rallys "por etapas" donde existe un plazo concreto para completar los trayectos)  Las etapas más duras y largas, desde Tamanrhasset hasta Agadez, las deben hacer sin el sidecar por orden del comandante del puesto de Tamanrhasset, ya que atraviesa la cordillera Hoggar Massif en cuyas estribaciones la ruta atraviesa grandes dunas de arena blanda. Esa ruta hacía apenas diez años que había logrado abrirse para vehículos a motor.
Y las dos aventureras ni siquiera habían incluido una brújula en su equipaje…


El avance es penoso con innumerables estancamientos en la arena. La Panther finalmente se rompe a unos 100 km de Agadez; el sobrecalentamiento hace que el rodamiento de la biela se parta, y se quedan tiradas en pleno desierto. Una tribu tuareg les socorre y acceden a remolcar la moto con la ayuda de un caballo, hasta Agadez, donde llegan justo antes del plazo dado por las autoridades. Un mes después llegan las piezas del motor desde la fábrica en Inglaterra, metidas en una caja de whisky (“…disculpen que hayamos tenido que vaciar el contenido original…” (decía la nota con las instrucciones de la reparación ). Reparan y reanudan el viaje, ya con el remolque, que había llegado a lomos de un autobús.

En Kano, Nigeria, protectorado británico, acaban las condiciones del desierto y afrontan rutas con más vegetación y agua. Avanzan hacia el este por las llanuras del Chad, cruzando innumerables ríos con barcazas, y soportando inundaciones, barro, y a su vez contactando con tribus y observando por primera vez fauna salvaje. También soportan calor y mosquitos en un territorio en cuarentena por la fiebre amarilla. En Chad se parte la rueda delantera por sobreesfuerzo, obtienen ayuda de un poblado cercano y un providencial camión les lleva a ellas y su remolque a una cercana Misión protestante desde la que envían la rueda a reparar para tras varios días recuperar su vehículo y continuar el viaje hacia Centroáfrica, el Congo, Uganda y Kenia.



En el Congo conocen la jungla y atraviesan varios poblados bantús, visitan a los pigmeos y ven como trabajan los elefantes. En Uganda, ya territorio británico, pueden admirar a los gorilas y son acogidas y visitan una plantación de té. Kenia les muestra jirafas, cebras y rinocerontes, y admiran la estampa nevada de las grandes montañas africanas, la cordillera de Ruwenzori donde está el Kilimanjaro. En el camino se acaban acostumbrando a atropellar numerosas serpientes...

En las poblaciones más importantes son agasajadas en varias ocasiones por la administración colonial o asociaciones locales, que cuando pueden les ofrece refugio, una cama y una ducha, y una buena revisión del vehículo. Otras veces pagan por un albergue de mala muerte o directamente duermen al raso o en su remolque.
La montura se porta bien, aunque se les rompe el alternador y varias etapas nocturnas las hacen casi a oscuras. Para evitar las horas de más calor deben hacer parte de algunas rutas de noche, con temor de tener algún encuentro desagradable con la fauna salvaje. En otra ocasión perdieron el remolque sin enterarse hasta varios kilómetros mas tarde, dando la vuelta para buscarlo. Su dieta se basa mucho en arroz, fácil de transportar y de preparar, aunque nunca falta el británico té.
Durante la ruta ellas se encargan de todas las reparaciones, innumerables pinchazos, engrase, etc. Theresa es ingeniera y ambas son muy competentes en cuestiones mecánicas. Para reparar el enganche del remolque, en una ocasión “canibalizan” los restos de un vehículo que encuentran en la ruta.

Atravesando Tanganyka, hoy Tanzania, el único coche que se encuentran en días de ruta sale de una curva ciega e impacta contra el sidecar, afortunadamente con daños leves. Pueden soldar y reparar en una aldea cercana, y siguen adelante.

En Rhodesia vuelve a aparecer la arena y el polvo, están bordeando el desierto del Kalahari, atraviesan numerosos poblados Bantús, y la montura sufre, con numerosos pinchazos y roturas del cable de aceleración que les deja tiradas en territorio de leones una noche hasta que reparan la mañana siguiente. El motor se queja y gotea aceite, el embrague está en las últimas y sellan con chicle fugas del depósito.

Llegan al antiguo territorio del doctor Livingston; el alcalde de la ciudad que lleva su nombre les sirve de anfitrión para visitar las impresionantes cataratas Victoria y se admiran de su tremendo espectáculo.


Rhodesia del Sur les abre el paso a Sudáfrica, donde deben atravesar con permiso de los guardas el Parque Nacional Kruger, vetado para vehículos descubiertos. Las condiciones de la ruta mejoran, por suerte para su fatigada máquina. Llegan a Pretoria y son agasajadas por motoristas locales. Visitan la mina de oro de Witwatersrand, una de las más profundas del mundo, pero también comprueban horrorizadas la terrible realidad de las “ciudades blancas” y el apartheid cuando llegan a Bloemfontein.


Su llegada a Ciudad del Cabo el 29 de Julio de 1935 es todo un acontecimiento social, son recibidas por una multitud y por las autoridades en el edificio del ayuntamiento y la prensa internacional se hace eco de su hazaña.
Tras siete meses y más de 12.000 kilómetros... lo han conseguido.!!
Pero tras completar su épico viaje no todo es vino y rosas. Surgen roces entre Theresa y Florence por las distintas expectativas respecto al mismo, y a Theresa le surgen dudas sobre posibles acuerdos previos de Florence a sus espaldas con algunos patrocinadores. Theresa siente un tremendo vacío emocional que le impide realizar el planeado viaje de vuelta con una nueva Panther con sidecar, la Venture II que les había sido enviada, y finalmente embarca sola hacia Inglaterra con la excusa de una enfermedad, deprimida y arruinada.

Florence busca sustituta para Theresa y al no encontrarla emprende el viaje de vuelta en solitario con la Venture II, esta vez sin sidecar, en un no menos épico viaje que transcurre sin grandes contratiempos hasta Kano, Nigeria. Allí las autoridades le impiden cruzar el desierto sola, y debe resignarse a abandonar y a ser remolcada por el bus del desierto hasta Argel.
Theresa también filmó varios momentos del viaje, de los que hay editado un DVD. En Youtube se puede ver un fragmento.


Al contrario que Theresa, que llevaba un meticuloso diario, Florence nunca lo hizo, y exceptuando el relato que hizo de su viaje en solitario en una conferencia pocos meses tras su vuelta, lamentablemente no ha quedado evidencia escrita del mismo.

Theresa, a los pocos meses de su vuelta se concentra en conseguir su “Gold Star” en Brooklands, pero como no tenía montura propia consigue convencer a Francis Beart, prestigioso preparador de Norton, para que le alquile una 350. Curiosamente el día que Theresa conseguía el reto, el piloto “estrella”  Francis Beart no pudo lograrlo….¡ que tia !


Ambas mujeres no volvieron a encontrarse nunca más desde su separación en Ciudad del Cabo en 1935. Ambas sirvieron en la guerra vinculadas en distintas unidades mecanizadas, y Theresa continuó su vida aventurera en 1947 cuando emigró a Estados Unidos y realizó un viaje de dos años por su territorio a lomos de su Norton 500. Después se estableció en Chicago donde abrió un taller-concesionario de motos británicas, y fundó una escuela de conducción que dirigió hasta ser septuagenaria.

Florence Blenkiron se casó y vivió varios años en la India, pero al enfermar su marido regresó a Inglaterra, donde murió en 1991, en estado de invalidez. Theresa había intentado sin éxito contactar con ella en 1986 para preparar el manuscrito del libro “The Rugged Road”, que relataba su fantástico viaje cruzando África.

Theresa Wallach murió en 1998, sin llegar a ver su libro publicado y sin haber llevado a cabo su proyecto de preparar el manuscrito con el relato de su viaje por Estados Unidos.

Si queréis conocer en detalle la historia, os recomiendo el libro de Theresa “The Rugged Road”, sabiendo que si ella misma no dejaba constancia de sus logros nadie más lo haria,  libro del que lamentablemente no existe traducción al castellano…

Así que, haganme el favor vosotras, (y haganselo vosotras mismas) sobre todo, de no sorprenderos cuando en las próximas ediciones del Dakar veáis a mujeres participar en esta prueba de rallys, fuimos nosotras, aunque poca gente conoce esta historia y nadie la cuenta, las que empezamos esta aventura.....


Fuentes: 
http://pantherm100.webnode.es/textos/theresa-wallach/
 http://blog.museumoto.com
 http://motoress.com/readarticle.asp?articleid=376

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