Hace unos 8 años (creo), en uno de mis viajes “no programados” de visita a un amigo en Imola, tuve la oportunidad de conocer a Marco Lucchinelli. La cuestión es que fue del todo inesperado para mí, es más, al principio ni me sonaba de nada, pero nada, nada. Máxime cuando ni mi amigo Carlos ni a los demás, los conocía por el tema “moto”. El suceso es que junto a mi amigo fui a cenar a casa de unos amigos suyos, después de presentaciones de todos los asistentes, unas 9 personas creo, estuvimos charlando animadamente todos, pero Carlos me comento (a parte) “ Tú debes reconocer a Marco ¿no?” Mi respuesta fué: Marco? Que Marco??... Ni me lo imaginaba, solo lo conocía por fotos, y esas fotos son de su gloriosa época, con unos cuantos (muchos) años menos, claro está. Lo encontré demasiado…mayor, por decirlo de forma sutil. En ese momento llevaba el pelo recogido en una coleta y daba más la impresión de un conductor de Harley de los que aparecen en las películas. El asunto es que entonces le pregunte directamente sobre su carrera deportiva, y seguidamente empezamos a hablar sobre el tema de las motos, cuando le dije que tenía una Special de 250cc casi se cae de la silla, tronchado de la risa, cosa que sinceramente, me sentó fatal, pero pensé que no debía darle importancia, “ ¡venga, se trata de un campeón!” Así que continuamos charlando animadamente, más cerveza, más cigarros, más cerveza, y la lengua cada vez más suelta…
Termino contándome anécdotas suyas con Angel Nieto, del que era bastante amigo (y sigue siéndolo), de cómo era el paddock en su época, la cercanía que existía entre los pilotos y el buen ambiente que se vivía por entonces en el Circus. Cuanta más cerveza… yo mejor le entendía, y él más hablaba…. Con la cabeza empañada de humo y alcohol, como si fuera una fina neblina, hablamos sobre carreras, o mejor dicho, él hablo de carreras, y de su época, repetía continuamente “nada es como antes” Denotaba muchísima añoranza. La cena fue estupenda, y a última hora todos estábamos bastante animados. Marco termino contando chistes, de los que mi amigo, que llevaba más tiempo en Italia no entendía nada, pero con los que yo me mondaba de la risa. Al despedirnos le hice saber mi alegría por haberlo conocido y le comente que si algún día me tropezaba con A.Nieto le comentaría algunas de las cosillas que hacían los dos por el paddock, que vaya… vaya… vaya…. El me respondía asintiendo entre risas… “si, si, recuérdaselo”.
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