El Vargas…. Conocido popularmente en el resto
de España como “Tinto de Verano”, cuya composición es vino tinto con
gaseosa a partes iguales o según el gusto. Suele acompañarse de una rodaja de
limón y mucho hielo.
El origen
del nombre Vargas asociado al tinto de verano en Córdoba proviene de la "Venta Vargas" que regentaba D.
Federico Vargas Martínez Mahedero, que comenzó a mezclar el tinto con sifón
para hacerlo más refrescante.
Con el
paso del tiempo el sifón se ha sustituido por gaseosa, añadiéndosele hielo y
una rodaja de limón. El orígen ha quedado en el olvido y algunos han asociado
erróneamente, aunque no sin falta de ingenio, el nombre vargas a la combinación
de palabras valdepeñas con gaseosa, lo que apocopado daría valgas
habiendo pasado a vargas por el acento cordobés que hubiera convertido la ele
en erre.
El establecimiento era un
poco como el refugio de los artistas y bohemios después de sus actuaciones por Córdoba. Como un “abierto veinticuatro horas” de ese tiempo. Conservaba el sabor de principios
del siglo XX, o de los dichosos veinte de ese siglo.
Dice de la Venta la memoria cordobesa de José
R. Solis en la publicación Córdoba en Mayo, de 1986:
“Tenía la Venta un encanto singular, siendo la
carretera muy estrecha, disponía delante de una buena explanada donde había,
lugar para aparcar tanto los coches de caballos, automóviles, los primeros
autobuses, y espacio para poner cantidad de veladores con sillas para que otro
tipo de público, pudiesen tomar el sol mientras saboreaban una «maquinilla» de
café sobre todo los domingos y festivos. La Venta tenia de todo, no faltándole
ni el salón de invierno, ni pista de baile, ni palcos, ni escenario para la
orquestina Estevarena. Ni por supuesto faltaba la montera de cristales que daba
luz al mostrador, reservados, servicios, etc, dando paso al llamado «Salón» de
Verano, que lleno de bombillas y anuncios de vinos jerezanos y cordobeses era
una gran pista rodeada de jardín y lindos merenderos floreados, que servían de
reservados en las preciosas noches estivales de nuestra Córdoba querida. Pero
lo que le hacía única era, su Placita de Toros, con entrada por la parte de
detrás que daba al camino que conducía al Molinillo de Sansueña.”
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